En una época literaria en la que los vampiros han acabado siendo el yerno ideal que toda suegra querría tener, se agradece rescatar algún clásico de la temática vampírica de vez en cuando, para así disfrutar del terror y la inquietud que provocan estos seres originalmente malignos.
Richard Matheson, maestro del terror entre cuyos discípulos se encuentra el mismísimo Stephen King, aborda en esta novelita la temática de los chupasangre desde un punto de vista muy original: el del único superviviente de una epidemia que ha convertido a la mayor parte de la humanidad en vampiros. No sabemos por qué Neville, el solitario protagonista, es inmune a la "enfermedad" del vampirismo; desde su casa, convertida en bunker anti-nosferatu, resiste a la horda que cada noche, durante casi dos años, se reúne al crepúsculo para intentar alimentarse de su sangre.
Matheson combina magistralmente la tradición vampírica, hundiendo sus raíces en el Drácula de Stoker con sus supersticiones y los remedios que estas conllevan (crucifijos, ajos, estacas...), y la moderna ciencia ficción, llegando Neville a una conclusión científica sobre la naturaleza de los vampiros. Él es el protagonista absoluto de esta obra, haciendo partícipe al lector de sus pensamientos y su evolución mental conforme va pasando el tiempo encerrado en su hogar y el aislamiento es mayor, hasta llegar al sorprendente giro final, que en mi opinión, no puede dejar a nadie indiferente.
Creo que nos encontramos ante un auténtico clásico, imposible de clasificar en un sólo género. Novela que admite distintos enfoques críticos, es, por encima de todo, altamente recomendable.
Reencontrémonos con los vampiros malvados.
Soy Leyenda. Richard Matheson, 1954.
Minotauro, 1999. 180 páginas.
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